“La capacidad de trabajar en el presente con vistas a futuro”, importancia de la existencia de Anefhop para el sector

Entrevista a Ignacio Ramos Sanchez, delegado de General de Hormigones S.A. en Castilla y León y presidente del Comité de Gestión de ANEFHOP en Castilla y León.

Como presidente del Comité de Gestión de Castilla y León, ¿podría contarnos brevemente cómo es la situación del sector del hormigón en la región? ¿Cuáles son sus grandes preocupaciones actuales?

A mi juicio, la situación de nuestro sector en Castilla y León es de gran incertidumbre, hasta el punto que, de no corregirse las circunstancias en las que se enmarca actualmente nuestra actividad, supondrá el cierre de centros de producción, a corto plazo, y la desaparición de empresas, a largo plazo.

Existe un creciente desajuste entre la oferta y la demanda, y no solo en cuanto a volumen, sino también en lo que se refiere a productos y servicios prestados. La demanda se sustenta por la iniciativa privada, aunque de una manera discontinua. Y la licitación pública es escasa y muy localizada. Respecto a la oferta, está muy atomizada, innumerables centros de trabajo por toda la región con producciones que en muchos casos no cubren los costes fijos de las instalaciones.

En cuanto a la segunda cuestión que me planteáis, es la pérdida de identidad de nuestra actividad, y lo que ello puede afectar al sector de la construcción en general, lo que más me preocupa.

En los últimos años, las empresas dedicadas a la fabricación de hormigones, o bien se han integrado en grupos empresariales más grandes, o bien han pasado a ser una actividad más dentro de la diversificación a la que se han visto avocadas muchas empresas.

Entre los momentos más difíciles que ha atravesado el sector destaca, sin ninguna duda, la crisis en 2007. ¿Cómo ha afectado al sector (organización de las empresas, tejido empresarial, número de asociados…)?

El principal efecto de la crisis, no nos vamos a engañar, fue el cierre de instalaciones, la desaparición de empresas y, desgraciadamente, de grandes profesionales, pero sus secuelas aun las padecemos y algunas de ellas aún no se han depurado.

Se paralizaron drásticamente las inversiones y, como consecuencia, nos encontramos con instalaciones obsoletas y costosas, que difícilmente van a poder atender las innovaciones que se demanden por un sector, el de la construcción, que está acelerando su reestructuración.

Además, los ajustes, en cuanto a medios humanos, nos han llevado al punto de necesitar un relevo generacional con adecuados niveles de formación y especialización. Personas que sean capaces de abordar los cambios a los que irremediablemente nos vamos a enfrentar.

Y, por supuesto, se resintió el tejido empresarial y asociativo. La cuenta de explotación era de subsistencia y se entendía que la cuota de la asociación era algo prescindible. Sin embargo, el problema es pensar que lo prescindible es estar asociado, y esto para mí es un error. Pienso que cuando más necesitas el amparo y los servicios de una asociación es en épocas de crisis, porque estar juntos te hace más fuerte y no te permite, durante los malos años, perder la dinámica del sector.

¿En qué medida ha ayudado el Sello Hormigón Expert a mejorar la situación del sector en su región tras la crisis sufrida?

Cuando Anefhop pone en marcha el Sello Hormigón Expert, yo era bastante escéptico en cuanto a las ventajas que reportaría a los asociados y al sector en general, considerando los previsibles costes que supondría a las empresas su implantación y sobre todo asumirlos en tiempos de crisis. Pero, con el tiempo, me he dado cuenta de los innumerables beneficios que ha reportado no solo a las empresas, sino también a nuestros potenciales clientes y, por supuesto, al sector en general.

Para nuestros clientes, es una garantía de que tanto el producto que adquieren como el servicio que se les presta es el fruto de un proceso sostenible, que cumple la normativa tanto general como específica.

Para nuestros asociados, es garantía, de que sus instalaciones y procesos, cumplen con la normativa vigente, supone aplicar procedimientos de control y mejora continua que refuerzan la organización y mejoran la competitividad.

Para nuestro sector, es una forma de reafirmar la identidad como fabricantes de un producto esencial y con garantías para la construcción. Y, por último, para la industria en general es la aportación de nuestras empresas a crear empleo y riqueza en nuestra sociedad, desde el cumplimiento de las normas y el respeto al entorno.

Actualmente, ¿podría afirmar que la situación del sector es estable en Castilla y León?

El sector de por sí, es muy dinámico, y muy sensible a los cambios sociopolíticos y socioeconómicos. La estabilidad que podría esperarse en mercados de pequeños núcleos de población, puede verse alterada por temas tan dispares como, el resultado de la cosecha, los planes provinciales de inversión, las licencias para parques eólicos y fotovoltaicos, y la inversión en la modernización de regadíos.

Y en los grandes núcleos de población, la situación de sectores como el automóvil y el agroalimentario, o la inversión en infraestructuras de cualquier administración pública, pueden ser determinantes a la hora de generar una demanda suficiente que de estabilidad al sector.

Pese a la existencia de leyes contra la competencia desleal, seguimos encontrando casos en los que se abren plantas sin las pertinentes licencias. ¿Es esta una problemática frecuente en su región?

La competencia desleal, consecuencia de la intervención en el sector de instalaciones, que o bien no cumplen la normativa exigible, o bien operan sin las licencias necesarias, es uno de los problemas más graves que afecta a nuestro sector, y no solo en nuestra región, sino de forma general en todo el territorio nacional.

La legalización de una industria para ejercer la actividad de fabricación y venta de hormigón, en primer lugar, depende de distintas administraciones que normalmente no aplican criterios uniformes y, en segundo lugar, los criterios ya a priori son distintos en función del municipio, la provincia o la región donde pretendas instalarte. Esto de por sí ya crea desigualdades.

Por otro lado, las distintas administraciones no ejercen de oficio, la obligación que tienen de vigilar y controlar el cumplimiento de la normativa. En este caso, desde Anefhop, estamos asumiendo estas funciones en defensa de nuestros asociados y por el bien del sector, pero necesitamos una acción mayor de la Administración.

Recientemente se ha aprobado el RD163/2019 para el control de producción. ¿En qué manera cree que va a afectar al sector?

Como todos sabemos, este Real Decreto viene a sustituir a la Orden Ministerial del año 2001, que regulaba el control de producción de los hormigones fabricados en central, y que había que adaptar a las nuevas circunstancias de nuestra actividad.

La incorporación a nueva normativa de aspectos como la trazabilidad de los procesos, la necesidad de registrar documentalmente los mismos y la obligatoriedad de ser inspeccionados periódicamente por un Organismo de Control Acreditado afecta a corto plazo de forma positiva a nuestro sector.

Es más, espero que, una vez consolidada la Instrucción Técnica y siguiendo los criterios de la comunidad económica europea, sea determinante para eliminar el control de recepción en obra.

Usted es una persona muy activa, participa en la asociación a nivel regional y también en la Conferencia de presidentes, ¿Cuál es la importancia de la existencia de Anefhop para el sector, a nivel nacional y a nivel regional?

Creo que no somos plenamente conscientes de la importancia que esta Asociación tiene, y ha tenido desde su constitución hace ya más de 50 años, en nuestras empresas en particular y en nuestro sector en general. Me gustaría destacar tres aspectos en los que resumir el gran trabajo diario de todas las personas vinculadas a Anefhop.

En primer lugar, la representación y defensa de los intereses generales de sus asociados ante cualquier ente público o privado, nacional o internacional, y en cualquier  ámbito social.

En segundo lugar, la contribución a la profesionalización del sector, a través de la información a las empresas, y de la  formación a las personas que las integran.

Por último, y para mí lo más esencial, la capacidad de trabajar en el presente con vistas a futuro. La velocidad, con la que cambia nuestro entorno, requiere de la experiencia del pasado, así como de la agilidad para adaptarse en el presente y prepararse para lo que nos deparará el futuro.

A su juicio, ¿Cuáles son los retos para el sector en los próximos años? ¿Hay razones para el optimismo?

Siempre es difícil visionar el futuro y concretar cuáles serán las demandas de los próximos años, pero sí tenemos datos para afirmar que nos moveremos en un entorno que apuesta por la sostenibilidad, el respeto al medio ambiente, así como por el desarrollo de nuevas técnicas constructivas. En este caso creo que deberíamos tener en cuenta lo que decía Jack Welch: “Cambia antes de que tengas que hacerlo”.

El sector debe reafirmar su identidad como negocio, corregir la atomización, luchar contra el intrusismo y eliminar la competencia desleal, y la mejor forma es hacerlo unidos, asociados, defendiendo nuestros intereses comunes.

Las empresas deben acometer acciones que les permitan operar con flexibilidad en un entorno cada vez más cambiante.

Modernizar sus instalaciones y hacerlas más versátiles, de tal forma que les permita incorporar distintas y nuevas materias primas con menor impacto ambiental para elaborar nuevos productos; incrementar la formación continua de todas las personas en todas las líneas de la empresa, pues se requerirán conocimientos específicos en cada materia; y saltar de la digitalización a la transformación digital, asignando todos los recursos tecnológicos disponibles en cada proceso para ser más productivo; será importante para las grandes empresas, e imprescindible para las PYMES.

Por último, claro que hay razones para el optimismo Nicholas M. Butler decía: “el optimismo es esencial para el logro y es también el fundamento del valor y del verdadero progreso”.